De nuevo la lluvia fue
la compañera fiel del Festival Internacional Altavoz, desde los días previos al
festival, Medellín estuvo pasado por lluvia, pero ni la lluvia, ni el barro
impidieron que el rockanrrol impregnara los oídos de la ciudad.
El Festival tuvo metal
en grandes dosis con la visita de Behemont y la celebración de los 30 años del
metal en Medellín.
Pero eso no significa
que hubiese sido el único genero rockero del festival, puesto que el rap,
reggeae, el punk, el rockanrrol y la electrónica también hicieron que los
asistentes movieran sus cuerpos formando pogos y bailando con su banda
preferida.
Este año el festival
innovo con un nuevo escenario, la tarima alterna, cuyo objetivo fue el de
promover nuevos proyectos musicales,
haciendo alianzas con Altavoz Antioquia y el proyecto laso.
De esta manera el
festival contó con dos espacios donde se presentaban distintas ofertas a los
asistentes, además de que se le dio la oportunidad y el impulso a grupos que
antes no habían hecho parte del festival para que tuvieran la experiencia de
participar en un festival de la talla de altavoz. Tanto los medios de comunicación, como el público y las bandas tomaron de buena manera a la tarima
alterna, pues es una evidencia el crecimiento del festival y del fortalecimiento
de la escena musical independiente de Medellín y Antioquia.
Una vez más el festival
tuvo en su cartel la presencia de agrupaciones internacionales vigentes y de trayectoria que
enriquecieron el ambiente y abrieron los sentidos de los asistentes, haciendo
que el festival en su novena versión se siga constituyendo como el espacio
donde a través de la cultura y la música se aglomeran los jóvenes, sus
necesidades, forma de ver y afrontar la realidad, así mismo de como se
relacionan con la ciudad y de cómo la administración pública apoya y promueve
sus iniciativas.
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